jueves, 19 de febrero de 2015

La memoria de los Abogados y Abogadas de Atocha

Ayer asistí a un acto que, para mí, ha sido uno de los más profundos, emotivos, duros y enriquecedores (sí, todo a la vez) desde que ví hablar a Concha Carretero de las Trece Rosas. Ayer asistí a un acto donde se recordaba la matanza de los abogados de Atocha a manos de tres pistoleros fascistas, que en el 77 irrumpieron en el despacho de los Abogados Laboralistas de CCOO en la C/Atocha 55 y asesinaron a cinco personas e hirieron a otras cuatro.

Compañeras y compañeros que, tal y como hacemos ahora, luchan por convertir su país y su sociedad en un lugar mejor para vivir, con la diferencia de que su punto de partida era bastante peor: ellas tenían todo por ganar, y nosotras tenemos mucho que perder (curiosamente, lo que ellas y ellos ganaron). Y salvando las distancias, seguimos teniendo los mismos problemas que entonces.

Las abogadas y abogados de Atocha sabían que su inteligencia colectiva, era más importante que su identidad individual: Estaban dispuestas a sacrificar su libertad, su tiempo, su carrera profesional, por defender algo que para ellas y ellos era más importante, los suyos, sus compañeros, su clase.

Hoy, 40 años después, nos encontramos con el reto y la gran oportunidad histórica de crear algo muy grande, un movimiento político y social que sea capaz de derrotar al sistema que desde hace ya 80 años nos condena a vivir bajo la mordaza de tribunales de otros tiempos y de una forma de hacer política que bien recuerda al gallo azul y el gallo rojo que cantara quien cantase, siempre cantaban igual, y ese canto siempre gustaba a los mismos.

Ha llegado la hora de vencer. Es nuestro momento, es el momento en el que los nadie podemos derrotar a los que controlan todo, es el momento de construir un poder popular que ni los medios de comunicación, ni los terratenientes, ni los empresarios, ni los banqueros puedan frenar esta ola de cambio de la que algunos, con intereses personales, quieren sacar provecho. Es hora de que ganemos, en común, una sociedad digna de vivir en ella.

Que nadie nos lo vuelva a arrancar de las manos.

1 comentario:

  1. Como me ha gustado tu artículo, yo recuerdo esos días con tremenda amargura, fueron momentos duros, tiempo después a un acto de homenaje que se celebro en la universidad, sentí como tu dices que era uno de los mas, “profundos, emotivos, duros y enriquecedores” de mi vida.
    Nosotros, ciertamente, teníamos todo por ganar, y lo ganamos, disponíamos de la tierra arada por nuestros padres, que querían algo mejor para sus hijos, pero hemos sido unos muy malos ganadores, nos ha podido la codicia, el saqueo, la opulencia, nuestros hijos, vosotros, no recibiréis, ni la mitad de lo que nosotros recibimos de nuestros padres, a vosotros sólo os queda la lucha, luchar por conseguir, eso que nos hubiera gustado daros, y desde aquí me gustaría pediros de todo corazón que nos perdonéis, pediros perdón es posiblemente lo único que hoy, a los de mi generación, no puede hacer grandes. Un fuerte abrazo.

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